El crecimiento de los países viene de la mano con su vocación productiva, desarrollado por el sector privada e incentivado por el público, lo que habría que agregar es que si esto se genera de forma descentralizada, nos permitirá generar riqueza localmente y elevar el nivel de vida de sus pobladores.
Los Fondos de Inversión Directa (FID) son una alternativa invalorable de la cual podemos tomar mano para llevar a cabo dicho crecimiento, ya que los FID tiene por objeto el desarrollo de una actividad productiva específica, en beneficio de sus inversores, para lo cual se conforma un patrimonio separado de estos, todo ello organizado mediante la celebración de un Contrato de Fideicomiso.
Estos últimos años, el sector agrícola viene siendo uno de los motores de crecimiento en la Provincia de Córdoba, y es en dicho sector en donde a mayor escala se vienen estructurando los Fondos de Inversión Directa, bajo la instrumentación de los Fideicomisos Agrícolas con oferta pública o privada de sus títulos, muestra de ello, fue la colocación exitosa del Fideicomiso Financiero Agrícola Córdoba I y del Fideicomiso Financiero Agrícola Ticar I, y la inminente colocación del Córdoba II, más grande y ambicioso que el anterior, con un PIPE en donde se proyecta sembrar 81.000 hectáreas en el sur de la Provincia de Córdoba, y por un monto de emisión de U$S 7.000.000, con un horizonte a cinco años, con oferta pública y cotización en la Bolsa de Comercio de Córdoba y de Buenos Aires, y del Fideicomiso Ordinario Agrícola Cotagro I, por $ 4.000.000, con un PIPE en donde se proyecta sembrar 3.000 hectáreas en 12 meses, estructurado por una de las Cooperativas más importantes del sur de nuestra Provincia.
Pues bueno, para entender como funcionan estos Fideicomisos Agrícolas bajo la estructura de un Fondos de Inversión Directa, hay que remitirse a su antecesor, el pool de siembra, el que con aquella herramienta jurídico financiera logró una evolución sustancial.
Los inversores, que son personas con excedentes económicos y pocas alternativas de inversión, conocedores o no del negocio agrícola, aportan su dinero a un administrador-operador (fideicomiso ordinario), o a un administrador y este contrata un operador (fideicomiso financiero), en ambos casos, altamente profesionalizados para el manejo del negocio encarado, los que aplican el dinero al proyecto productivo, y una vez cumplimentadas las campañas determinadas en el plan de negocios, distribuyen las ganancias, si las hubiere.
Es importante saber que en la generalidad de los casos, cuando se constituye un Fondo de Inversión Directa, se está conformando una inversión de riesgo, que no es lo mismo que riesgosa, ya que la misma es previsible y calculada para que dicho riesgo resulte suficientemente acotado.
En conclusión, el inversor tiene que saber que este tipo de inversión, es una alternativa muy interesante, en donde tiene un riesgo limitado al dinero que aporto y una ganancia ilimitada en relación con la rentabilidad final del proyecto de inversión, por lo tanto, es muy interesante valorar la posibilidad de entrar en este tipo de inversiones, pero leyendo bien el Contrato de Fidecomiso, y analizando los profesionales que estructuraron el negocio, y los que lo llevarán adelante.
Publicado originalmente por el CPCE, Cordoba, Argentina